El espacio en el que he podido participar como voluntario es en el de las Comunidades Educativas. La labor de Hombres Nuevos ha sido enorme ya que “en 1990 la comunidad eclesial de base “Luz y Esperanza” levantó un diagnóstico y encontró que 62 chicas y chicos no iban a la escuela. Pusieron en pie, con 4 palos y una calamina, sin puertas ni ventanas, un aula para las 62 niñas y niños, que no tenían escuela. Hoy en Bolivia Hombres Nuevos ha ayudado a levantar más de un centenar de escuelas en donde más de 5.000 becas escolares han hecho posible que haya más de 5.000 profesionales con “vocación social” en el país, formándose a cambio de participar como voluntarios en tareas sociales.
Hola, soy Clara Fernández Gútiez de Palencia y durante 6 semanas tuve la oportunidad de conocer una realidad muy diferente a la que estaba acostumbrada y que me hizo crecer como persona. Todo comenzó con una charla con mis padres, un ánimo, nosotros estamos a tu lado, una búsqueda de información y la posterior puesta en contacto con la Fundación Hombres Nuevos. Una vez aceptada la solicitud, comenzó la preparación de mi viaje, de mi voluntariado, a una aventura que jamás pensé que sería así.
Mis primeros días comenzaron con gran timidez y miedo, desconocía a la gente, pero con el paso del tiempo se convirtieron en una parte de mí, de mi día a día e incluso, podía considerar les mi familia adoptiva. Me involucraron en la fraternidad como un miembro más, sin importar mis posturas, creencias, ideales. Los primeros días me enseñaron los lugares en los que esta ría, donde realizaría mi voluntariado con el que descubrí una faceta de mí que jamás pensé que podría existir. Mi idea previa al viaje y expectativa de él, era realizar mi voluntariado con niños debido a los estudios que me encuentro realizando en la Facultad de Palencia (Educación Primaria y Educación Infantil). Y pese a que a mi llegada eso era lo previsto, gracias a los apoyos de miembros de la fraternidad me animaron a probar nuevas experiencias con las personas mayores en un centro de día. Al principio no me veía capaz, pero descubrí que sí lo era y acabé realizando mi voluntariado en un centro educativo, lo cual me hizo valorar la verdadera importancia de la educación y contrarrestarla con la realidad de España y con los mayores. Estos últimos me demostraron el valor de la vida, las dificultades que esta presenta, pero lo importante que es una sonrisa y tirar hacia delante porque siempre hay que salir de todo ello, que se puede si nosotros lo creemos y que toda pérdida es una ganancia.
Somos Elena y Borja, de Burgos y de Madrid respectivamente, y en nuestro primer año de universidad decidimos colaborar con un proyecto en el extranjero con el que compartiéramos sus valores y su metodología. Cuando a finales de Marzo contactamos con la fundación Hombres Nuevos, no sabíamos aún lo mucho que íbamos a cambiar en tan solo un mes y medio, y lo mucho que luego echaríamos de menos todas aquellas personas que nos acompañaron.
Siendo aún estudiantes y sin ninguna formación profesional, lo único que podíamos ofrecer era entusiasmo, ganas de colaborar y de conocer su cultura. Desde la fraternidad de Hombres Nuevos en Santa Cruz nos abrieron las puertas y nos invitaron a pasar con ellos el tiempo que quisiéramos. Nosotros, impulsados por esta oportunidad única aceptamos, y antes de darnos cuenta estábamos ya en un avión rumbo al Plan 3000.
Este verano he tenido la inmensa suerte de formar parte del programa de Aprendizaje y Servicio de la Universidad de Granada, cuyo convenio con la Asociación Hombres Nuevos me permitió quedarme dos meses en Bolivia. Muchas personas me han preguntado si mi estancia ha cumplido con mis expectativas, y es que yo en este programa de voluntariado esperaba encontrar un camino, la “prueba” de que he elegido la profesión correcta y de que me iría bien trabajando como cooperante expatriada. No obstante, lo que he encontrado supera con creces todo lo que hubiera podido esperar de esta experiencia. Como le contaba a mi familia tras volver a España, la Fundación Hombres Nuevos me ha hecho tres grandes regalos, que aquí refiero.
El primero fue una gran oportunidad profesional. Confiaron en mí para formar parte de uno de los proyectos de Comunidades Educativas, gracias al cual pude colaborar con el Colegio Virgen de Urkupiña impartiendo clases de apoyo extraescolar. En el centro la propuesta tuvo una gran acogida por parte de profesores y alumnos y se me brindó toda la ayuda que necesité para organizar las clases y llevarlas a cabo durante esos dos meses. Esperaba poder ayudar a los estudiantes a alcanzar un mayor rendimiento en clase, pero la realidad ha sido que yo he aprendido muchísimo más de ellos. Su cariño, sus ganas de aprender y mejorar y su infinita generosidad me conmovieron e hicieron que las horas con ellos se me pasaran volando. Además, aprendí mucho también del equipo pedagógico del centro y el apoyo constante que recibí desde la asociación me permitió crecer como profesional y reafirmarme en mi decisión de dedicarme al ámbito de lo social, puesto que formar parte de este proyecto me hacía absolutamente feliz.
Después de haber realizado algún voluntario internacional, me decidí a probar con los propuestos por CICODE, con la gran suerte de recibir una ayuda para poder ir a Bolivia a realizar un voluntariado.
De entre todos los proyectos que se podían escoger me llamó mucho la atención el Proyecto Hombres Nuevos de Bolivia, estuve buscando información y preguntando a algunas personas que sabía que habían estado allí y opte por solicitar la ayuda para ese proyecto. No me equivoqué.
Hola, soy Verónica y estudio Educación Social. Este año decidí animarme a realizar un voluntariado y mi destino ha sido en Santa Cruz, Bolivia, con la Fundación Hombres Nuevos.
Me decanté por esta Fundación ya que tiene vinculado al voluntariado la rama educativa y es en la que sentí que podía aportar y aprender más. Desde el primer momento tanto la Fundación como el CICODE nos ha ofrecido información, apoyo y resuelto todas las dudas, ya que cuentan con una gran experiencia.
Después de terminar un máster de psicología en la Universidad de Granada y de formar parte de experiencias de voluntariado local, me decidí a solicitar una de las becas que ofrecía el CICODE en Bolivia. El proyecto se llevaba a cabo en Santa Cruz de la Sierra, una de las ciudades que presentan mayores desigualdades sociales.
Antes de volar a Bolivia, la organización Proyecto Hombres Nuevos nos dio una formación de aspectos tanto teóricos, como de otros más prácticos.
Soy Ana, educadora social y estudiante de máster de cooperación. Este año he sido voluntaria con la beca del CICODE en Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia, con la Asociación Civil Proyecto Hombres Nuevos. Desde su fundación en los años 70, la Asociación se ha dedicado a crear escuelas, comedores, centros de días para adultos mayores (como los bolivianos y bolivianas se refieren a las personas ancianas), y hogares para niñas y niños de escasos recursos o con graves problemas familiares, entre otras cosas. Todo ello en el llamado Plan 3000, uno de los barrios más empobrecidos de la ciudad.
Antes de irte a cualquier lugar del mundo como voluntaria, obviamente te gusta informarte, ¿dónde voy?, ¿cuál es la situación política y económica del país, la ciudad, el barrio en el que voy a vivir durante este tiempo?, ¿qué puedo visitar?, ¿debo tomar alguna precaución? Pero todas estas preguntas no te las va a responder Google, es algo que tienes que experimentar en tus propias carnes, pues cualquier información que encuentres es subjetiva a la persona que la ha escrito.
Mi nombre es Miriam Torres y soy estudiante de Sociología en Granada. Decidí hacer este voluntariado, principalmente, para entender qué es realmente el altruismo e intentar poner en práctica todo aquello que había aprendido sobre Cooperación en mis estudios. Evidentemente, al principio me asaltaron muchas dudas, miedos e inseguridades; algo que también me hizo aprender algo de mí y mis prejuicios.
Elegí el Proyecto de Hombres Nuevos porque el contacto con la gente era lo que más me atraía de entre todos, además Bolivia era un país que no conocía en ningún sentido (geográficamente, culturalmente, políticamente, etc); por lo que pensé que la mejor forma de entender la situación que existe más allá de Occidente era de esta forma.
Este verano he sido voluntaria en el Plan 3000, uno de los barrios más desfavorecidos del departamento de Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia. Los meses previos al viaje fueron muy intensos entre vacunas, charlas y papeleo. Una vez aterrizamos, todos los nervios desaparecieron.
Nada más llegar a Bolivia fui recibida por el Proyecto Hombres Nuevos, la organización con la cual iba a colaborar. El primer día ya pude conocer el impacto que esta fundación tiene en el barrio del Plan 3000, habiendo construido decenas de colegios, hospitales y comedores.
Mi experiencia como voluntario se desarrolló en la ciudad de Santa Cruz, en el instituto 'Néstor Paz Zamora' en la zona del plan 3000.
Aquí tuve la suerte de trabajar como psicólogo con adolescentes de manera individualizada, semana tras semana, llevando un seguimiento de lo que fueron procesos terapéuticos. Casos de personas con los que comprendí que la realidad es más compleja y dependiente de más factores de los que hasta ahora me había planteado en mi vida en España. Personas que sufren y cuyas vidas difícilmente pueden mejorar, al estar sujetas a millones de hilos que conforman su triste y dolorosa realidad, en situaciones que superaban la ciencia ficción.
Siempre había querido realizar un voluntariado internacional. Después de muchos años buscando diferentes formas de irme y coincidiendo con mi primer año en la Universidad de Granada, descubrí las ayudas del CICODE para la realización de actividades de voluntariado internacional.
Al instante supe que esa era mi oportunidad y en ese momento comenzó mi aventura: un mes y medio colaborando con la Fundación Hombres Nuevos en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia.
Resulta realmente difícil explicar tantas sensaciones, experiencias y emociones en un espacio tan breve como este. Lo cierto es que sabía mucho antes de partir que este voluntariado en Bolivia me gustaría y me enriquecería, y aunque las expectativas eran altas, estas han sido cumplidas con creces. No era ni mi primer voluntariado, ni mucho menos mi primera experiencia en América Latina, quizás por eso me resultó fácil adaptarme a mi nuevo hábitat rápidamente y en dos días sentía que ya estaba totalmente integrada en los dos centros que el Proyecto Hombres Nuevos de Santa Cruz de la Sierra tenía reservados para mí: apoyo y refuerzo escolar en una casa de acogida para chicos varones con problemas económicos y familiares, y en un comedor social autogestionado donde los niños/as del barrio del Plan 3000 realizan por las tardes actividades lúdicas y educativas tras la hora del almuerzo, el cual pueden tomar a un precio muy económico. Yo siento que me adapté rápido, pero también lo hicieron las niñas y niños del proyecto, que desde el primer día se mostraron cariñosos/as y abiertos/as conmigo y los demás voluntarios y voluntarias. Y, sobre todo, muy agradecidos/as. Constantemente te dan las gracias, ya sea con palabras o con sonrisas.
Toda ayuda es poca cuando se trata de ayudarles con las tareas de clase y desde el primer día quedan patentes dos cuestiones: las dificultades económicas y carencias afectivas influyen directamente de una forma negativa en su rendimiento escolar, y el sistema educativo boliviano tiene una serie de problemas estructurales que no favorecen el apoyo escolar de los que más lo necesitan. Y ahí es donde la asociación Hombres Nuevos hacía hincapié en la importancia del voluntariado: estábamos ahí para darles apoyo educativo, pero, sobre todo, apoyo afectivo y emocional, pues en muchos casos los niños y niñas del Plan 3000 lo que más necesitan es atención y cariño. Y te lo agradecen y devuelven con creces.
Cuando pensaba en hacer un voluntariado internacional, tenía una idea distinta en mente. Imaginaba llegar a un país a aportar mi ayuda para mejorar la situación de su gente. Y no piensas en que en realidad lo que ocurre es un intercambio, donde una persona voluntaria aporta su trabajo, su tiempo, su esfuerzo, pero recibe enseñanzas, experiencias, cariño. Sin ninguna duda, la persona voluntaria recibe más de lo que aporta. Y en esta entrada no puedo hacer otra cosa que compartir toda la sabiduría que este voluntariado me ha brindado.
El aprendizaje más importante que me llevo en mi mochila es el agradecimiento. Las personas bolivianas se sienten afortunadas por poco que tengan y valoran el tiempo que los demás les dedican. De esta forma, no hay comida con bolivianos que no acabe en un gracias, solo por el hecho de compartir. Es una manera de valorar lo que tenemos.