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PREMIO PRINCIPE DE ASTURIAS DE LA CONCORDIA 1998

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Resulta realmente difícil explicar tantas sensaciones, experiencias y emociones en un espacio tan breve como este. Lo cierto es que sabía mucho antes de partir que este voluntariado en Bolivia me gustaría y me enriquecería, y aunque las expectativas eran altas, estas han sido cumplidas con creces. No era ni mi primer voluntariado, ni mucho menos mi primera experiencia en América Latina, quizás por eso me resultó fácil adaptarme a mi nuevo hábitat rápidamente y en dos días sentía que ya estaba totalmente integrada en los dos centros que el Proyecto Hombres Nuevos de Santa Cruz de la Sierra tenía reservados para mí: apoyo y refuerzo escolar en una casa de acogida para chicos varones con problemas económicos y familiares, y en un comedor social autogestionado donde los niños/as del barrio del Plan 3000 realizan por las tardes actividades lúdicas y educativas tras la hora del almuerzo, el cual pueden tomar a un precio muy económico. Yo siento que me adapté rápido, pero también lo hicieron las niñas y niños del proyecto, que desde el primer día se mostraron cariñosos/as y abiertos/as conmigo y los demás voluntarios y voluntarias. Y, sobre todo, muy agradecidos/as. Constantemente te dan las gracias, ya sea con palabras o con sonrisas.

Toda ayuda es poca cuando se trata de ayudarles con las tareas de clase y desde el primer día quedan patentes dos cuestiones: las dificultades económicas y carencias afectivas influyen directamente de una forma negativa en su rendimiento escolar, y el sistema educativo boliviano tiene una serie de problemas estructurales que no favorecen el apoyo escolar de los que más lo necesitan. Y ahí es donde la asociación Hombres Nuevos hacía hincapié en la importancia del voluntariado: estábamos ahí para darles apoyo educativo, pero, sobre todo, apoyo afectivo y emocional, pues en muchos casos los niños y niñas del Plan 3000 lo que más necesitan es atención y cariño. Y te lo agradecen y devuelven con creces.

Para mí, desde el punto de vista formativo y profesional, este voluntariado me ha dado la oportunidad de comprobar cuáles son las principales dificultades educativas del alumnado del proyecto e incluso hacer un seguimiento de algunos/as de los/as niños/as en sus respectivos centros educativos y hablar con sus tutores. Esto me ha permitido observar, por ejemplo, que uno de los problemas generales comunes es la gran dificultad que los y las estudiantes bolivianos/as tienen en la comprensión lectora, el elevado número de errores ortográficos que cometen y la falta absoluta de costumbre a la hora de realizar tareas de grupo o colaborar con los/as compañeros/as. El hecho de que la educación en Bolivia sea principalmente memorística y muy poco participativa, así como la falta de especialización del profesorado, el cual se siente además en muchos casos desbordado por el alto número de alumnos por aula, así como la falta de medios técnicos y materiales, ayuda en gran medida a que este sea el panorama. Por eso, en el proyecto del Comedor Alegría, analizados los problemas más evidentes y sus causas, me pidieron que realizara talleres para mejorar la gramática y ortografía de los/as niños/as, talleres de comprensión lectora o dinámicas de grupo para aprender a trabajar en equipo.

En la Casa de Acogida Mensajeros de la Paz viven varios chicos varones con serios problemas familiares, y en este caso además de los problemas mencionados anteriormente, la dificultad mayor era con la asignatura de inglés, que daba a todos mucho dolor de cabeza, así que me pidieron que parte de mi voluntariado fuera crear material y trabajar con ellos el nivel A1 inicial de esa segunda lengua, que tanto les costaba. A cambio ellos, me enseñaban a mí palabras y frases en lengua guaraní o quechua. Un intercambio más que justo en el que quedó claro que el inglés no es tan aburrido y que las lenguas indígenas de Bolivia son tan interesantes como complicadas. Soy consciente de que fue solo un pequeñísimo granito de arena, pero disfruté haciéndolo y sobre todo, me emocioné cuando pude observar resultados positivos en alguno de los y las participantes de los talleres o cuando los chicos de Mensajeros conseguían mandarse entre sí audios de Whatsapp en inglés y no paraban de decirme “thank you teacher”. Ellos creen que estaban aprendiendo algo conmigo, pero honestamente, siento que en realidad era yo la que estaba aprendiendo y enriqueciéndome a nivel personal y profesional con toda la experiencia.

En mi caso concreto además, al encontrarme en Bolivia durante las elecciones del día 20 de octubre y todo el largo conflicto que se derivó del supuesto resultado fraudulento de estas, tuve la oportunidad de vivir intensamente la política latinoamericana desde dentro, desde la calle, lo cual me pareció sumamente importante para mi formación como estudiante del Máster de Estudios Latinoamericanos de la UGR que soy. Así pues, esta experiencia me ha dado también la oportunidad de conocer mejor el complejo panorama político boliviano y ver cómo se sucedieron los acontecimientos que acabaron con el presidente Evo Morales tomando un avión rumbo a México: exiliado tras un golpe de estado para unos, escapando y renunciando por la presión popular para otros. En todo caso, hay un antes y un después en Bolivia tras el 20 de octubre, y yo tuve la suerte y el privilegio de poder verlo en vivo y en directo.

Por todos estos motivos y muchos otros más, esta experiencia de voluntariado que el CICODE me ha dado la oportunidad de disfrutar, me la voy a llevar siempre conmigo, y al igual que comentábamos con otras de mis compañeras y compañeros de voluntariado, me quedo con que Bolivia me ha enseñado el real significado de la palabra gracias.