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PREMIO PRINCIPE DE ASTURIAS DE LA CONCORDIA 1998

foto1 asunción

Recuerdo el día que las becas salieron, estaba en mi trabajo haciendo un informe cuando empiezo a recibir desde el grupo de Whatsapp de mi Máster de Cultura de Paz mensajes de: “Enhorabuena Asun, lo has conseguido”. Yo no entendía nada, así que miré la página del CICODE y ahí lo entendí todo. Ese día comenzó una gran ilusión que me hacía tener una sonrisa de oreja a oreja aún sin saber lo que iba a vivir ni lo que iba a pasar.

Recuerdo muchos nervios ,ya que sí había viajado tan lejos, pero no sola y menos para vivir durante unos 2 ó 3 meses compartiendo experiencias día a día con distintos voluntarios de todas partes y con personas locales. Los días se iban acercando y todo ya estaba listo para partir, recuerdo mi gran felicidad al bajar del avión y que estuviese Carlos (un voluntario de Hombres Nuevos) esperándome con un cartelito en la mano.

En el trayecto a casa vi un poco la ciudad de Santa Cruz de la Sierra en la que iba a vivir durante ese tiempo, al llegar conocí la primera casa en la que viví y algunos/as de mis compañeros/as. Días después comienza mi proyecto, psicóloga en un colegio de la ciudad, en el Néstor Paz, es un colegio situado fuera del Plan 3000, en el barrio “La Colorada” que estaba a una hora de distancia de casa. Allí me dediqué durante 8 semanas los martes y miércoles a ver en sesiones individuales a niños y niñas de secundaría, de 12 a 18 años con las mayores problemáticas y dificultades del colegio. Al principio era muy duro, son vivencias realmente impactantes pero a medida que las sesiones iban avanzando veía a esos/as niños/as avanzar y a mí también, por supuesto. La mayoría no tenían a quien contarle sus problemas, sus padres y madres no se hacían cargo de ellos/as, no tenían un plato de comida en la mesa al llegar a casa, su mamá o su papá no le preguntaban ni si quiera como había ido el día en el colegio, en definitiva, no tenían una bonita infancia. A pesar de luchar muchas horas e intentar hablar muchos de estos problemas, ves sus ganas y aprendes de ellos/as, de tener ese coraje y esa lucha interna por una vida mejor. Los jueves y viernes un compañero y yo nos dedicábamos a dar talleres sobre bullying en el mismo colegio ya que lo veíamos como una necesidad primordial en la que había que actuar cuanto antes y eliminar esta problemática que estaba causando mucho sufrimiento a muchos de los chicos y chicas escolarizados.

Cerca de nuestra casa de “Los Alegres” había una pequeña casa que pertenecía a Hombres Nuevos llamada “Mensajeros de la Paz”. Un día fui a su fiesta de 22 aniversario y terminé enamorándome de ese lugar y de sus niños/as, así que en mi tiempo libre y fuera de mi voluntariado comencé a ir de vez en cuando a pasar un rato con ellos/as para conocerles. Además de hacer las tareas comencé después a intentar hacer algo distinto, algo que les gustase…Comencé a ponerle la música que sabía que le gustaba, les contaba muchas cosas sobre ello, bailábamos, dibujábamos muñecos de acción, escribíamos canciones bonitas y siempre que podíamos salíamos de casa, cuando me daban autorización y fomentaba con ellos/as el deporte. Aparte de la necesidad de hacer las tareas lo que quería era que se divirtiesen y, sobre todo, que un rato del día pudiesen hacer cosas que de verdad le gustaban, ya que veo necesario que cualquier persona de este mundo experimente y sepa de verdad qué le hace feliz, como dibujar, cantar, bailar, escribir o miles de cosas más…

Yo solo venía por 8 semanas, pero cuando pasaban los días me sentía más en casa, pensaba que este era mi sitio. Me vine sin vuelo de vuelta para España ya que no sabía si iba a gustarme la experiencia o lo iba a pasar mal y no iba a aguantar tan lejos de casa durante ese tiempo, pero no, todo fue distinto. Ahora mismo sentada frente a este ordenador en “Palacio” a 30 de octubre es de lo que más me alegro, mi decisión fue quedarme aquí todo el tiempo posible para seguir dando todo el amor que llevaba dentro.

Bolivia me ha cambiado y me está cambiando la vida, el plan 3000, la casa de voluntarios, su gente, el centro de la ciudad, los viajes, sus pueblitos, sus paisajes, su música, su cultura, su comida, sus micros, sus calles...todo es especial. Solo puedo agradecer esta oportunidad eternamente, a los que hacéis esto posible y a los proyectos que nos acogen fuera de España.