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PREMIO PRINCIPE DE ASTURIAS DE LA CONCORDIA 1998

08.06.2020

JOSÉ JIMÉNEZ LOZANO, INTELECTUAL PROFUNDO Y SENCILLO COMO CASTILLA

Ayer, día 4 de mayo, me enteré por Mariano Delgado, leyendo Religión Digital, que José Jiménez Lozano, había fallecido el 9 de marzo en Alcazarén, Valladolid. Y había nacido en Langa, Ávila, en 1930.

Como obispo emérito de Palencia, siento la necesidad de rendirle homenaje, hacer memoria agradecida de su persona y obra literaria y encomendarle al Señor. Y en la Eucaristía le recordaré con cariño, gratitud y admiración.

José Jiménez Lozano, escritor reconocido y galardonado, cultivó varios géneros: Historia, periodismo, poesía, pensamiento, ensayos, diarios, relatos. Es, sobre todo valorado, tal vez su mejor obra, “Guía Espiritual de Castilla”, traducida al alemán, gracias a Mariano Delgado. Su obra ha sido traducida al francés, italiano, checo, ruso, islandés, holandés.

Él se definía a sí mismo, “cristiano en rebeldía”. Y escribió un ensayo con ese nombre.

El Papa Francisco, le concedió la máxima distinción, la Cruz Pro Ecclesia et Pontifice en el 2017. Y recibió el mayor galardón de las letras españolas, el Premio Cervantes 2002, considerado como el Nobel de las letras hispanas.

Conocí a José Jiménez Lozano en un encuentro que celebramos los obispos de Castilla, el arzobispo de Valladolid, José Delicado Baeza, el obispo de Segovia, Antonio Palenzuela, el obispo de Salamanca, Mauro Rubio y yo como obispo de Palencia. Precisamente, éramos los obispos que defendimos con fuerza el proyecto de las Edades del Hombre. En ese encuentro, participaba Jiménez Lozano y José Velicia, el comisario de las Edades del Hombre.

Allí descubrí la fuerza de su pensamiento, su talante de cristiano en rebeldía, sus raíces profundas de castellano universal, la persona realista de visiones certeras, alimentadas en la historia y contextualizadas en este tiempo nuevo. Como los poetas clásicos, respiraba la estética por todos los poros, sin olvidarse de la ética.

Jiménez Lozano se mueve con libertad y conocimiento entre las culturas judías, islámicas y el cristianismo. Como buen intelectual, nacido y vivido en la Castilla profunda, sus análisis eran rigurosos, libres, certeros, que algunos críticos, lo califican de agónico por la sobreabundancia de realismo, pero siempre ceñido a la realidad compleja de España, de Occidente y de la misma Iglesia.

Es un intelectual que con profundidad y sencillez, interpela, cuestiona, levanta preguntas e insinúa caminos nuevos en la renovación humana y social.

En aquel encuentro, se trataba de diseñar las líneas y de formular la construcción conceptual de lo que quería ser el gran evento cultural – religioso de las Edades del Hombre. El planteamiento de fondo era buscar puentes, crear condiciones para un diálogo fecundo fe – cultura – ciencia, a través del arte religioso, concentrado en Castilla y León. Tiene razón Mariano Delgado cuando afirma de Jiménez Lozano, que es el padre conceptual de las Edades del Hombre, con su ensayo “Los ojos del Icono” (1988).

Los obispos sabíamos lo que queríamos, pero los que le dieron forma, los que hicieron la estructura, configuración y diseño cultural, religioso, estético en el contexto moderno, fueron Jiménez Lozano, José Velicia, amigo y cómplice en la Pastoral del Postconcilio en la región del Duero, que fue verdaderamente el creador y el alma de las Edades del Hombre, juntamente con el arquitecto Pablo Puente y Eloisa García de Wattenberg, entonces directora del Museo Nacional de Escultura. La parte financiera, corría a cargo de la Caja de Salamanca y Soria.

Lograron dar a luz el mayor acontecimiento cultural, religioso, de gran relieve en Castilla y León y en toda España. Fue el fanal de un renacimiento espiritual en Castilla, afirma Mariano Delgado.

Ciertamente, José Jiménez Lozano y Pepe Velicia, son los artífices y creadores de las Edades del Hombre.