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PREMIO PRINCIPE DE ASTURIAS DE LA CONCORDIA 1998

ANTECEDENTES – FRATERNIDAD Y PROYECTO HOMBRES NUEVOS


En 1991 Nicolás Castellanos sorprendió a la opinión pública con su renuncia al episcopado al frente de la diócesis de Palencia y con su decisión de marchar como misionero a Santa Cruz de la Sierra (Bolivia), que le fue concedida por el Papa Juan Pablo II. Su gesto, poco común en la Iglesia Católica, tuvo una amplia repercusión mediática y social entre gentes de toda ideología, posición social, de confesión o no confesión religiosa y, también, en toda la Iglesia.

El 6 de diciembre de 1991 se despidió de su diócesis de Palencia: “Cuando recibáis esta mi última Carta Pastoral, que hace la número 26, ya no seré vuestro Obispo y Pastor, seré solo y para siempre, vuestro hermano y amigo que os quiere de corazón… Me he decidido a dar este paso solo por fe, amor, y cariño a mi Iglesia de Palencia, y por amor a los pobres del Tercer Mundo…”

Llega el 16 de enero de 1992 a Bolivia, país con las tasas más altas de mortalidad infantil, analfabetismo, y deserción escolar de América Latina en esa época. Fue acogido por el arzobispo Julio Terrazas Sandoval en la archidiócesis de Santa Cruz, junto a un grupo de sacerdotes, religiosos y laicos que se había formado con anterioridad en Palencia, y que poco tiempo después se constituye en una “Fraternidad” eclesial a la que se denomina Fraternidad “Hombres Nuevos”, concebida como una comunidad de inserción que evangeliza desde la opción por y con los pobres, moviéndose dentro de un proyecto integrador, que abarca todas las dimensiones de la persona humana (que tiene hambre y desnutrición, que necesita escuelas, unos mínimos de salud, de higiene, de vivienda digna… y otros servicios básicos).

Su actividad social comenzó en uno de los barrios (Plan 3000) más empobrecidos de la periferia marginal de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, donde en 1992 vivían 75.000 personas y décadas después, alcanza las 500.000 personas. Las condiciones de vida entonces eran paupérrimas: el 60 % de la población vivía en la pobreza y el 40 % en la miseria. Las calles eran pura arena que en época de lluvia se embarraba haciéndolas impracticables. No existía alcantarillado y el alumbrado público no llegaba a todos los barrios. Entre la basura acumulada, los charcos de lluvia y las aguas residuales expulsadas desde los hogares, se originaban focos de infección que provocaban enfermedades tales como la tuberculosis, problemas dermatológicos, diarreas, etc. La falta de dinero para comprar alimentos, los malos hábitos de cocina, la falta de higiene y la falta de formación y educación derivaban en problemas de desnutrición, sobre todo entre la población infantil (el 80% padecía desnutrición crónica), y hacían muchas veces imposible la atención médica para curar estas enfermedades.

Una vez instalada esta pequeña comunidad de hombres y mujeres en una vivienda que estuvo anteriormente ocupada por religiosos franciscanos, y que irónicamente denominaron “Palacio”, por sus características contrarias, pues más bien era una vivienda sencilla, humilde, austera, con lo mínimo imprescindible para vivir, crea el Proyecto “Hombres Nuevos” basado en cinco pilares fundamentales: Educación, Cultura, Salud, Vivienda y Evangelización.

El Proyecto “Hombres Nuevos” fue concebido desde un principio como un proyecto social de promoción integral para los pobres y con los pobres, en el que trabajan y colaboran personas voluntarias bolivianas y de otras nacionalidades, de cualquier credo y condición, que deseen prestar su colaboración y voluntariado. En octubre de 2008 el Proyecto Hombres Nuevos da un salto cualitativo muy importante hacia la apropiación local proporcionando personalidad jurídica al mismo y se constituye como una entidad sin fines de lucro, cumpliéndose así el deseo de su fundador de que el Proyecto “Hombres Nuevos” quedase en manos bolivianas.