Hola, soy Clara Fernández Gútiez de Palencia y durante 6 semanas tuve la oportunidad de conocer una realidad muy diferente a la que estaba acostumbrada y que me hizo crecer como persona. Todo comenzó con una charla con mis padres, un ánimo, nosotros estamos a tu lado, una búsqueda de información y la posterior puesta en contacto con la Fundación Hombres Nuevos. Una vez aceptada la solicitud, comenzó la preparación de mi viaje, de mi voluntariado, a una aventura que jamás pensé que sería así.
Mis primeros días comenzaron con gran timidez y miedo, desconocía a la gente, pero con el paso del tiempo se convirtieron en una parte de mí, de mi día a día e incluso, podía considerar les mi familia adoptiva. Me involucraron en la fraternidad como un miembro más, sin importar mis posturas, creencias, ideales. Los primeros días me enseñaron los lugares en los que esta ría, donde realizaría mi voluntariado con el que descubrí una faceta de mí que jamás pensé que podría existir. Mi idea previa al viaje y expectativa de él, era realizar mi voluntariado con niños debido a los estudios que me encuentro realizando en la Facultad de Palencia (Educación Primaria y Educación Infantil). Y pese a que a mi llegada eso era lo previsto, gracias a los apoyos de miembros de la fraternidad me animaron a probar nuevas experiencias con las personas mayores en un centro de día. Al principio no me veía capaz, pero descubrí que sí lo era y acabé realizando mi voluntariado en un centro educativo, lo cual me hizo valorar la verdadera importancia de la educación y contrarrestarla con la realidad de España y con los mayores. Estos últimos me demostraron el valor de la vida, las dificultades que esta presenta, pero lo importante que es una sonrisa y tirar hacia delante porque siempre hay que salir de todo ello, que se puede si nosotros lo creemos y que toda pérdida es una ganancia.
Mi pánico, miedo, incertidumbre comenzó a apoderarse de mí en el momento de emprender el viaje, pero sabía que la experiencia, el voluntariado y los valores que iba a adquirir iban a sobreponerse a todo ello, como así resultó ser.
Esta experiencia me ha enseñado a valorar, escuchar, creer, confiar, vivir, y sobre todo disfrutar de cada día sin importar lo que se tiene, lo que se pierde, vivir el ahora y aprovechar todas las oportunidades que nos brinde la vida porque no sabes cuándo regresarán ni si mañana podremos seguir viviéndolo y compartiéndolo con las personas a las que se quiere.
Por último, me gustaría dar las gracias a cada persona que forma parte de la fraternidad, y que compartieron mi día a día, a las que recuerdo cada día que pasa y que me han acompañado a lo largo de mi estancia, de mi camino en Bolivia, en Santa Cruz, en el Plan 3000 y en el Urkupiña. Así como los niños y mayores que me enseñaron a valorar lo que realmente vale la vida y merece la pena. Gracias Hombres Nuevos por brindarme esta oportunidad y gran experiencia, nos vemos pronto.
Somos Elena y Borja, de Burgos y de Madrid respectivamente, y en nuestro primer año de universidad decidimos colaborar con un proyecto en el extranjero con el que compartiéramos sus valores y su metodología. Cuando a finales de Marzo contactamos con la fundación Hombres Nuevos, no sabíamos aún lo mucho que íbamos a cambiar en tan solo un mes y medio, y lo mucho que luego echaríamos de menos todas aquellas personas que nos acompañaron.
Siendo aún estudiantes y sin ninguna formación profesional, lo único que podíamos ofrecer era entusiasmo, ganas de colaborar y de conocer su cultura. Desde la fraternidad de Hombres Nuevos en Santa Cruz nos abrieron las puertas y nos invitaron a pasar con ellos el tiempo que quisiéramos. Nosotros, impulsados por esta oportunidad única aceptamos, y antes de darnos cuenta estábamos ya en un avión rumbo al Plan 3000.
Desde el primer día, tanto Monseñor Nicolás Castellanos como sus fraternos nos trataron como a uno más y nos hicieron sentir como parte de su comunidad. Su hospitalidad durante toda nuestra estancia en Santa Cruz fue clave para que nosotros pudiésemos sentirnos cómodos y fue una gran motivación para dar nuestro máximo cada día. Al despedirnos nos dimos cuenta de que aquellos que habían empezado siendo compañeros de voluntariado, eran ya, amigos para toda la vida.
La fundación Hombres Nuevos, nos permitió conocer de primera mano sus diversos proyectos y nos dio la oportunidad de participar en todos ellos: Centros de enfermos mentales; Comunidades educativas para niños y niñas en riesgo de explotación laboral; Centros de día para personas de la tercera edad; Orquestas; Comedores sociales; Proyectos para el desarrollo del conocimiento de la lengua inglesa para niños y niñas de la zona. Fue este último en el que decidimos invertir la mayor parte de nuestro tiempo. Al estar los dos estudiando en una universidad anglosajona nos pareció que era el proyecto con el cual podríamos ofrecer más ayuda en nuestra corta estancia.
Las ganas de aprender de los alumnos, su ilusión, lo orgullosos que se sentían al ver que iban progresando y el cariño que nos daban a diario hizo de nuestras clases fuesen algo tan especial, que jamás olvidaremos. Fue tremendamente gratificante ver lo que habían avanzado gracias a su esfuerzo y dedicación.
En el centro de día de ancianos también pasamos gran parte de nuestro tiempo. Conectamos con aquellas personas que aun estando prácticamente olvidadas en su sociedad todos los días conseguían sacarnos una sonrisa y nos contaban como de agradecidas estaban con Hombres Nuevos.
Nuestro paso por Bolivia sin duda alguna ha marcado un antes y un después en nuestras vidas. Estamos inmensamente agradecidos con todos aquellos que nos guiaron y estuvieron con nosotros durante aquellas cortas 6 semanas y siempre estaremos deseando volver al Plan 3000 con Hombres Nuevos. Desde el fondo de nuestros corazones nos gustaría invitar a todos aquellos que les interese el proyecto a participar o contribuir en él, porque el trabajo que hace Monseñor Nicolás Castellanos y todo su equipo, que es, verdaderamente increíble.
Hombres Nuevos llegó a mis oídos, como a los de otra mucha gente, por la boca entusiasmada de quien ha conocido y vivido la obra del Proyecto Hombres Nuevos en el barrio Plan 3000. El voluntariado en Hombres Nuevos te cambia, pero da igual las veces que te lo digan; hasta que no lo vives no lo puedes entender.
Después de 9 años vuelvo a tierras bolivianas, esa tierra de contraste con esa mezcla de colores, olores, sonidos,…que producen una mezcla de sentimientos que no podrás olvidar en la vida y que harán que la sientas como parte de ti.
Mi tiempo era reducido esta vez, apenas cinco semanas, así que no sabía cuál iba a ser mi lugar de apoyo, y la verdad que ya conocidos cada uno de los proyectos, cualquiera de ellos me parecía muy interesante.
Una vez allí, por mi perfil de maestra y viendo la necesidad de ocupar un lugar en un aula de kinder de niñ@s de cinco años, estuve apoyando todas las mañanas. La clase era de 30 alumnos, y tenía conmigo una profe de apoyo. La experiencia fue muy interesante y de puro aprendizaje, los primeros días todo te parece caótico, acostumbrada a las normas y disciplina española, pero una vez allí hay que ubicarse en donde estas y cada día era una rica experiencia.
Hoy me he reunido con Alex, uno de los jóvenes emprendedores residente en el Plan3000 que se ha beneficiado del programa de microempresas que ya hace años puso en marcha el Proyecto Hombres Nuevos. Mi intención no ha sido más que escucharle y poder compartir con él mi experiencia en la gestión de empresa y en la comercialización de productos por si podíamos buscar sinergias e intercambiar información que le pudiera a él ser útil para mejorar la rentabilidad y la sostenibilidad de su pequeña empresa de chips de banana con sabores. Estando con Alex, me he acordado de los 25 años de trabajo que como Director de Producto (entre otros muchos cargos más) desempeñe en una de las grandes empresas internacionales española del sector de la moda y que dejé atrás hace ya 3 años. Di por finalizada esta larga etapa de mi vida básecamente por desgaste y desmotivación. Aunque suene a tópico, me di cuenta que por muy bien que me ganara la vida, no era feliz y necesitaba otros retos y esteímulos. Renunciar a un trabajo con esas condiciones no fue nada nada fácil, pero finalmente me atreví a dar el paso.
Para mí ha sido un regalo de la vida haber tenido la oportunidad de ser voluntaria en el Plan 3000 con Hombres Nuevos.
Fue una experiencia muy intensa y humanamente enriquecedora a todos los niveles, físico, emocional, mental y espiritual.
Desde el primer día que llegué me sentí imantada con aquella realidad. Estaba alegre, despierta y llena de vitalidad y energía. Me resulta muy difícil resumir en unas pocas palabras todo lo que pude ver, oír y sentir en el mes que pasé allá.
A la hora de escribir esto, me doy cuenta de que ya he pasado 13 meses en Bolivia, y parece que fue ayer cuando llegaba al aeropuerto Viru-Viru pensando en que si nadie iba a buscarme, no tenía ni idea de qué hacer en Santa Cruz... pero rápidamente aparecieron planes, personas y viajes increíbles.
Todo ser humano necesita a lo largo de su vida tener experiencias y vivencias que le hagan ver y entender el porqué de su existencia en la tierra. Esta necesidad de experimentación forma parte de la naturaleza humana pues a través de ella somos conscientes de quienes somos, que papel jugamos en el Universo y hacia donde nos dirigimos.
La verdad es que yo caí por el Plan 3000 en Santa Cruz de la Sierra, un poco por casualidad. Me gusta viajar y una vez, conversando con Nicolás Castellanos, comenté que, en las vacaciones, me gustaba largarme por ahí, por el mundo, no de "mochilero" pero sí un poco al margen del turismo de masas. Me comentó cosas de Bolivia: que es un país similar al Perú pero sin el Machu Pichu (al que todo el mundo viaja). Bolivia, con el Titicaca y el Salar de Uyuni, turísticamente está sin explotar.
Mi nombre es María Guillén, voluntaria de Galapagar (Madrid), y he tenido la enorme fortuna de que la familia de Hombres Nuevos, el Plan 3000, Bolivia y los bolivianos y bolivianas me hayan permitido compartir con ellos este último año de mi vida. Antes de comenzar me gustaría felicitar a todos/as los que forman Hombres Nuevos por su trabajo y agradecerles la generosidad con que me han hecho participe de todo ello.
Durante las pocas semanas que duró mi voluntariado, se abrió ante mí un nuevo concepto de pobreza. Mas que hambre, hay malnutrición y sobre todo una falta de educación y valores que nunca pensé encontrarme, cosas como el amor familiar, el respeto a la mujer o el cuidado a los niños no son reglas absolutas allí.
Quiero empezar esta memoria uniéndome a María Virgen y con ella al unísono entonar con asombro y humildad: "Señor has hecho grandes maravillas por mi" (Lc. 1,49). Efectivamente el Señor ha hecho grandes obras en mi, una de las grandes maravillas que Dios hizo en mi vida, es haberme permitido formar parte de la familia de "Hombres Nuevos", experiencia donde mutuamente nos enriquecimos.
Nací en el Municipio de Oviedo, provincia de Pedernales (República Dominicana) en el extremo sur de la línea fronteriza con Haití y en la cual se localizan las cinco provincias más pobres de mi país.