21.09.2022
LA CLAR, AVANZADILLA DE LA NUEVA HUMANIDAD Y DEL REINO EN AMÉRICA LATINA
Conozco y sigo a la CLAR desde la década de los 70. La primera vez que vine a América Latina, en 1973, la Confederación Latinoamericana de Religiosos (CLAR), me impresionó e impactó su potencial profético, misionero y evangelizador en América Latina.
Ahora, después de 30 años en Bolivia, en el barrio marginal, denominado Plan 3000, en Santa Cruz de la Sierra (1992-2022), reconozco, por una parte, que la credibilidad de la Iglesia en América Latina es debido en gran parte a la misión humanizadora, liberadora y evangelizadora de religiosas/os, guiados alentados por el Organismo de la CLAR; pero, por otra parte, constato también que es poco conocida y escasamente valorada.
La Confederación Latinoamericana de Religiosos – CLAR, de Derecho Pontificio y con personería jurídica eclesiástica, está integrada por 22 Conferencias Nacionales de Superioras y Superiores Mayores de América Latina y el Caribe. Aprobada por la Santa Sede el 2 de marzo de 1959.
En la CLAR están representados los carismas religiosos, para dinamizar la vida religiosa en su potencial liberador y misionero, con su estilo sinodal, inspirada en Jesús de Nazaret, en defensa de la vida, de la justicia y de la cultura de la paz y del amor. Siempre a lado de las víctimas, de los empobrecidos y excluidos, en dirección al Reino.
La CLAR, desde las periferias humanas y geográficas, desde el centro, presente y encarnada allí, en discernimiento, oración, diálogo y compromiso, levantan esperanzas en el pueblo, acogen caravanas de emigrantes, cuidan una formación integral y una espiritualidad pascual y liberadora, siempre en comunión y espíritu sinodal, aplicando la pedagogía del cuidado, la atención a “la casa común”, apostando por lo intercongregacional, por la interculturalidad y por la intergeneracionalidad, en la escuela del aprendizaje de la diversidad y de la mística de la pluralidad.
La CLAR gestiona proyectos comunes de formación, evangelización, compromiso social y empoderamiento de la mujer para que sea reconocido su protagonismo y puedan participar en la toma de decisiones en la Iglesia, que hasta ahora solo las toman hombres y además mayores. Protege “lo común” para reclamar una nueva relación sociedad–poder, político–económico, defensa de la vida…
La CLAR siempre ha sido líder en aplicar el proyecto de humanización de Jesús de Nazaret basado en la dignidad, libertad y amor.
En consecuencia, la CLAR debe ser más reconocida, valorada y, sobre todo, seguida en América Latina.