06.02.2020
PRIMAVERAS EN LA IGLESIA
Bolivia fascina. Existen rincones como el Valle de Concepción, a 20 kilómetros de Tarija, la ciudad encantada y encantadora que seducen y enamoran: Sus viñas doradas, su gente, una iglesia colonial recién restaurada.
En ese contexto deslumbrante, en la casa de encuentros, en estos tiempos recios, asoma un apunte primaveral, la pequeña fraternidad de los sacerdotes diocesanos del Vicariato Apostólico de Camiri se encuentran allí en el retiro espiritual anual. Y les acompaño, invitado por su dinámico pastor y obispo Jesús Galeote Tormo, OFM.
Prevalece en el grupo, tocado de utopía, la ilusión, el emprendimiento y la positividad. Proceden del Chaco boliviano, cuya capital es Camiri, sede del Vicariato, que existe desde 1919. Y ocupa la vasta zona del antiguo territorio de las misiones franciscanas del Chaco. Región poblada por los indómitos chiriguanos, tapietes, tobas, matacos y guaraníes. En total suman 196.836 habitantes, en una extensión de 104.000 kilómetros cuadrados.
En el encuentro latía la pasión por el Dios de la vida, presente en la problemática social de la educación, salud, tierras (PISET), infraestructura, producción…
Latía y se requería al pastor y su fraternidad apostólica el proyecto de evangelización, desde la promoción integral de TODO el hombre y de TODAS las mujeres y hombres. ¿Cómo dar a la vida sabor y belleza?, pues una vida insípida, oscura es una vida gris, triste, desagradable. Con alegría y naturalidad, nos adentrábamos en el proyecto de Jesús, que es un proyecto de humanización en el contexto de una vida agradable, donde nos sentimos a gusto y disfrutamos del sabor y el calor de las personas y de las cosas en su convivencia. Se intuía que la fraternidad entregaba y regalaba la VIDA, con mayúsculas, y la otra vida a los demás; en ese proceso de ser feliz, de ayudar a los otros a ser felices, de aliviar el dolor y levantar esperanzas.
Las limitaciones, carencias, vacíos, los retos de futuro pedían dos cosas, tener una gran humanidad y dedicarse a una profunda espiritualidad. En definitiva son las dos fuentes de energía que dan vida y vida feliz, dichosa y multiplicada. Ahí estamos a un paso de la utopía del Reino y de otro mundo posible y otra iglesia factible. Y en consecuencia eso provoca otro modo de ser y de estar en la vida, que se contagia en la fraternidad y, sin querer, se empieza a soñar juntos que es el comienzo de la realidad.
Analizamos las grandes causas de la humanidad y el latir profundo de la Iglesia en un mundo deshumanizado: El sueño de Dios, el Reino, el grito de los indígenas en el Sínodo Panamazónico, la causa de los pobres, la fraternidad para la misión, el celibato por el Reino… Y desde ahí intuyes que Dios es el primero y lo primero y nos creó para ser felices y levantar esperanzas en un mundo aburrido.
Y la verdad es que este encuentro con la pequeña fraternidad presbiteral de Camiri, trae y contagia aires primaverales en una iglesia otoñal.