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PREMIO PRINCIPE DE ASTURIAS DE LA CONCORDIA 1998

Sedes

16.08.2023

MARIANO MORENO GARCÍA, SENCILLAMENTE BUENO, SERVICIAL Y OBISPO

Nos duele la separación temporal, breve ya para mí, de nuestro querido hermano Mariano Moreno García, persona buena, creyente fuerte, amigo entrañable, obispo celoso y piedra miliar en la provincia del Santísimo Nombre de Jesús de España.

Era una delicia compartir la vida con Mariano, el de Milagros. Su aspecto no podía negar su origen de “viejo castellano”, recio y tierno, de raíces añosas, como las vides de su pueblo de Milagros.

Al contemplar y evocar a nuestro obispo y compañero entrañable, Mariano, señalo algunos rasgos de su perfil biográfico.

Persona de principios firmes y convicciones sólidas,

alma de músico y pedagogo esmerado,

amigo de todos, nacido para hacer el bien y servir,

de “Romero solo” por la vida:

Sin hacer callo las cosas, ni en el alma, ni en el cuerpo.

Pasar por la vida una vez,

una vez solo y ligero,

ligero, siempre ligero. Sensible a todo viento.

Cierto, era profundamente sensible, humano, cercano. Florecían en Mariano las esencias evangélicas acendradas: Ante todo, lo que define a un ser humano, que cree en Jesús y toma en serio el Evangelio, es ser persona honrada y buena, que, sobretodo, centra su vida en aliviar el sufrimiento de los otros y hacer felices a los demás.

Respiraba agustinismo por todos los poros de su cuerpo y de su alma,

formador renovador en la escuela apostólica San Agustín de Palencia

y en el monasterio de Santa María de la Vid,

en aquellos tiempos de primavera vocacional.

Ejerció de consejero y secretario provincial, lúcido y, a la vez, prudente y tirado para adelante.

Dos veces provincial, humilde y animador.

Misionero y obispo de Cafayate, sembró la semilla del Reino en los cerros y en los Valles Calchaquíes,

Luchador y, a la vez, frágil y vulnerable ante la resistencia e impotencia,

pero todo lo superaba por ser amigo fuerte de Dios.

Como amigo, te sentías “reconocido” en él.

Quien mejor describe la personalidad humana, religiosa y agustiniana es su condiscípulo y connovicio el gran agustino Fray José María Fernández Luengos: “Mariano ha sido siempre un gran compañero,  trabajador esforzado, constante e incansable: gran músico, divertido y emprendedor. Ha gozado de una salud de roble, o mejor, de enebro vitense. Donde esté él hay alegría y uno se siente a gusto. A veces tropieza, pero como no cae, adelanta. Es piadoso, le gusta rezar solo y en comunidad, mira el cielo y cuenta las estrellas… No es excesivamente brillante en sus exposiciones o charlas, ni siquiera de fácil palabra, pero como vive y cree profundamente lo que dice, llega, cala, convence y arrastra. Andariego como Teresa de Ávila y turista viajero como Juan Pablo II, es un líder, un ‘todo terreno’ y muchas veces ha hecho de buen samaritano. Disfruta con todo y con todos y hace amigos porque se entrega”.

Con el hermano y obispo Mariano, la vida era una plaza abierta, donde te encontrabas a gusto, satisfecho y siempre libre en salida hacia las periferias humanas y geográficas, para sanar, para humanizar, para evangelizar, para levantar esperanzas e insinuar utopías para que la historia avance hacia adelante.

Su peripecia humana, y su andadura creyente, agustiniana, misionera, está marcada por el esfuerzo, la entrega a fondo perdido, la bondad, la gratuidad, cercano a todos y servidor reconocido.

Me viene a la memoria su coraje, sudor y lágrimas en los campamentos de verano de Palencia con Fawslkosky y su amigo León Diez. Mariano era polifacético, como el poliedro, era un todo terreno, nada se le ponía por delante, estando en el campamento, en Calatañazor (Soria), el día de la fiesta del pueblo, por la mañana animaban con cánticos la Eucaristía y, por la tarde, en la corrida de toros, porque había fallado una banda de música, Mariano con los chicos del campamento, improvisaban una banda y animaban la fiesta.

Y así era en todo, comprometido en los programas educativos, innovadores en Palencia.

Era un encanto. Formó parte significativa de aquel equipo innovador de formadores  y profesores  del  Seminario  Menor  de  Palencia  -Antonio Macía, León Diez, Serafín de la Hoz, José Villegas, Miguel Fuertes Lanero, Esteban Sánchez, Albino Fernández, Andrés Baciero, Pedro Miguel, Casimiro Rodríguez, Ceferino Aliste, Gerardo Ureta, los hermanos Francisco y Jesús Fernández Prada, Francisco Prada Vicente, Juan Ibáñez, Fidencio Fraile, Agustín García, Paulino Abajo, Alfonso Turrado,  Fray  Francisco  Castilla,  Fray  Leandro  Vega,  Fray  Paulino Moreno…-, con la gracias de Dios fomentó en nuestra provincia aquella primavera vocacional.

Desde mi óptica parcial, claro está, así veo a mi hermano y obispo Mariano, de ojos azules y corazón inquieto, como el de nuestro Padre San Agustín. Siempre estaba en camino…, y no siempre llegaba, pero hoy ha llegado al descanso del sábado, que dice nuestro Padre.

Descansa en paz, hermano y obispo Mariano, misionero, pedagogo, agustino y amigo, de vida intensa y azacaneada.

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