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PREMIO PRINCIPE DE ASTURIAS DE LA CONCORDIA 1998

Sedes

18.12.2020

MARÍA JESÚS CASAR URIBE ECHEVARRIA

María Jesús era psicóloga de profesión. En Hombres Nuevos fue la responsable del Centro de Niños Desnutridos “Palencia”, donde se han salvado de la muerte más de 5.000 niñas y niños bolivianos.

María Jesús, vasca de nacimiento, vivió en Madrid y los últimos años en Santander con su hermana Carmen, donde también residía su hermana Pilar, su cuñado Benjamín y sus sobrinos. Su hermano Eduardo ya fallecido.

María Jesús Casar Uribe–Echevarría prestó una aportación relevante al Proyecto Hombres Nuevos, porque fue de las primerísimas voluntarias y fraternas. Era ejemplar su participación en los Laudes de la mañana y en las Vísperas de la tarde. Porque el Proyecto Hombres Nuevos empezó siendo fraternidad para la Misión. Y precisamente María Jesús, con Feli, Guadalupe, Clara, participó activamente en crear un clima fraterno, de cohesión, confianza, favoreciendo una convivencia fraterna, agradable y comprometida.

María Jesús Casar era  una mujer bien dotada, equilibrada, positiva, ecuánime, constructiva, crítica, sana, realista, moderada, hacía la vida muy agradable. Daba gusto vivir con ella. Practicaba el sentido común. Este ejemplo lo avala: Carlos Laborde Pulido financiaba una escuela, planteado en la Fraternidad Hombres Nuevos, un ideólogo se opuso porque era dar imagen de “platudos”, el sentido común de María Jesús y las otras mujeres, le cuestionan diciendo ¿Qué es más importante, que 1500 niños tengan escuela o esa imagen que  tú dices, que por otra  parte Hombres Nuevos solo es el puente y cauce para hacer la escuela?

Alfredo Solíz Rivero, arquitecto y, en aquel entonces, Director General del Proyecto Hombres Nuevos, escuchaba con gusto los comentarios y críticas constructivas de María Jesús de cada una de las obras que construía. Es que María Jesús entendía y tenía un acusado sentido de la estética y de la belleza.

En los tres años que vivió en Hombres Nuevos, jamás María Jesús generó un conflicto, ni creaba dificultades para vivir. Siempre dialogaba y quitaba hierro a la vida.

Siento, sufro y lloro su muerte porque he perdido una verdadera amiga del alma.

Y concluyo con este pensamiento luminoso de San Agustín, que aplico en la muerte de nuestra querida María Jesús Casar Uribe–Echevarría: “Después de la muerte de mi amiga, me admiraba de que los demás mortales  viviesen, pues había muerto aquella a quien yo amaba como si no hubiese de morir, y más me maravillaba de que habiendo muerto ella, viviera yo, que era otro ella” (Confesiones IV, 6, 11).

María Jesús sigues presente en Hombres Nuevos, en nuestra oración, cariño y gratitud. Descansa en Paz.

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