La verdad es que yo caí por el Plan 3000 en Santa Cruz de la Sierra, un poco por casualidad. Me gusta viajar y una vez, conversando con Nicolás Castellanos, comenté que, en las vacaciones, me gustaba largarme por ahí, por el mundo, no de "mochilero" pero sí un poco al margen del turismo de masas. Me comentó cosas de Bolivia: que es un país similar al Perú pero sin el Machu Pichu (al que todo el mundo viaja). Bolivia, con el Titicaca y el Salar de Uyuni, turísticamente está sin explotar.
Y para allá nos fuimos mi mujer y yo. ¿Qué hay para visitar? Pues verán: El lago Titicaca (con las islas del Sol y la Luna); Tiwanaku (ruinas preincaicas y Patrimonio de la Humanidad); La Paz (capital del Estado Plurinacional y que es una inmensa hoya rellena de casas en sus laterales); el descolocante Salar de Uyuni; Cochabamba; Potosí (que llenó de "platita" las arcas del imperio español), Sucre (capital constitucional del país y también Patrimonio de la Humanidad). Y, ya alrededor de Santa Cruz de la Sierra, cerca pero lejos por el estado de las carreteras, Samaipata y la Chiquitanía con sus impresionantes iglesias de las misiones jesuíticas de antaño: San Javier, Concepción y un largo etcétera de pueblos con nombres de "santos".
Dejamos dos días libres para poder visitar (de entrada, puro turismo) el "Proyecto Hombres Nuevos" en el Plan 3000 de Santa Cruz de la Sierra. Y, bueno..., las cosas surgen, así, con naturalidad: desde entonces (año 2005) he ido, todos los años, un mes para impartir cursos que les interesan a los integrantes del Proyecto y a los profesores de los colegios que coordinan.
Es difícil orientarse en Santa Cruz de la Sierra. Ciudad enorme (dicen que cercana a los 2 millones de habitantes aunque nadie lo sabe exactamente) controlable hasta el cuarto anillo. Los "anillos" son avenidas circulares que parten de la primitiva ciudad colonial (1er, anillo), Y descontrolable, al menos para mí, a partir de ese cuarto anillo: inmensas barriadas de miseria; "calles sin nombre", puro barro si llueve, y fino polvo que se mastica si no llueve y hace calor.
Y así nos vamos centrando en el Plan 3000, uno de esos inmensos barrios con habitantes de aluvión que han recalado aquí por el desarrollo debido al gas y al petróleo. Una vez superado el primer impacto, recuerdo la frase de aquella cooperante, con la que coincidí un verano, "nunca he vista tanta pobreza y en tantos", el impacto se interioriza, se asume (que no se justifica) y uno comienza a aportar lo poco o mucho que puede. Se necesita tiempo pero es gratificante. Hay mucha gente joven, (diría que, con el paso de los años que he venido, veo cada día más), que sueña, que aspira a metas (realistas ó idealistas, ¡qué más da!). El caso es que son como esponjas que absorben lo que aportas.
He tenido, como alumnos, a profesores que después de su jornada de mañana vienen a cursos de tarde sin haber tenido tiempo de comer. En "micros" tardones donde te apretujas, sudas y, al final, llegas. Porque siempre se llega, aunque sea tarde.
Es curioso ver en una sola ciudad, Santa Cruz, los dos mundos: el primero, con buenos restaurantes, calles adoquinadas y colegios de ensueño (hasta el cuarto anillo) y el inframundo (será el tercero, cuarto o quinto mundo, ¡quién lo sabe!). Carencias todas.
Un recuerdo de un amigo mío, de aquí en España, que cuando volvió de prestar su apoyo en el "Proyecto" comentó a sus compañeros de trabajo: "¡Tranquilos! y a trabajar. ¡No sabemos lo que es realmente una crisis!"
Cuando uno ya percibe realmente las diferencias de los mundos es cuando puede calibrar hasta dónde puedes contribuir. Lo poco es mucho y, aunque no se "vea", así en apariencia, lo que permanece merece la pena.