Todo ser humano necesita a lo largo de su vida tener experiencias y vivencias que le hagan ver y entender el porqué de su existencia en la tierra. Esta necesidad de experimentación forma parte de la naturaleza humana pues a través de ella somos conscientes de quienes somos, que papel jugamos en el Universo y hacia donde nos dirigimos.
Son precisamente estas experiencias las que en función de su calidad e intensidad van marcando y delineando nuestro carácter y nuestra personalidad. Es decir, aquellas vivencias positivas nos harán crecer humanamente mientras que aquellas que no lo sean tanto pueden llegar a distorsionar nuestra percepción sobre la realidad en la que vivimos.
Partiendo de la premisa de que somos dueños de nuestro destino, pues somos nosotros los responsables de nuestros actos y por tanto los que en función de nuestras decisiones marcaremos el devenir de nuestra historia, cabe destacar que son todas las personas que forman parte de nuestra vida las que en buena medida determinaran el nivel de verdad de las experiencias que vivamos.
Cuando me preguntan qué es lo que más destaco de mi estancia en Bolivia, en concreto en el Plan 3.000, mi respuesta siempre ha sido la misma, las personas. Son ellas, tanto de la “Fundación” como de fuera de ella, las que me han enseñado a aprender a valorar lo que tengo, a darme cuenta de que se puede ser feliz con muy poco o nada, a que el amor al prójimo es lo más hermoso que tenemos como seres humanos, a que no hay que tener rencor hacia nadie y por supuesto, a que hay que saber perdonar a los demás por mucho daño que estos nos hayan podido hacer.
No voy a ocultar que vine a Bolivia buscando una de esas experiencias vitales que me ayudara a entender cuál es mi lugar en el mundo. Sinceramente no creo que me vaya sabiéndolo puesto que muchas veces lleva toda una vida descubrirlo y aun así en muchas ocasiones no se consigue jamás, pero si me voy entendiendo el mundo un poco mejor y sobre todo conociendo a personas que están dispuestas a dedicar su vida entera para que todos tengamos la misma dignidad que merecemos como seres humanos, y son precisamente esas personas las que hacen que este viaje haya sido la mejor decisión que he tomado en mi vida ya que no solo me ayudan a crecer como persona sino que me enseñan el camino a seguir en el futuro.
Creo que el tener una experiencia de este calibre, cual es el convivir con las gentes del Plan 3.000 no va a convertirnos de la noche a la mañana en esa persona que tanto ansiamos ser, pero si va a conseguir explorar zonas de nuestro interior más profundo que no sabíamos que existían. De repente, muchas dudas que jamás nos hubiésemos planteado van a empezar a hacernos pensar sobre determinados aspectos de la vida que pensábamos teníamos claros, y desde luego, muchas cuestiones morales de las cuales jamás nos hubiésemos preocupado en un pasado van a empezar a provocarnos ciertos conflictos de conciencia. Cuando todo esto empieza a suceder quiere decir que nuestro viaje al yo más profundo e interno acaba de comenzar.
Desgraciadamente hoy en día hemos renunciado por completo a conocer y explorar nuestro verdadero yo, por hacer lo que se supone que es lógico y razonable, por lo que esperarán los demás de nosotros. Hemos renunciado a ser optimistas, a tener actitud, a luchar por las cosas imposibles, a salir de nuestra zona de confort y enfrentarnos a nuestros miedos, a estar motivados y motivar a los demás, a caernos y volver a levantarnos, a buscar a la suerte, a inspirar a los demás, a soñar con metas imposibles, a hacer las cosas con verdadera pasión, a creer en nosotros mismos, en conclusión, hemos renunciado a saber quiénes somos de verdad.
Tenemos que ser capaces de proteger nuestros sueños, no podemos permitir que nadie nos diga que no podemos hacer algo. Hay que tener muy claro que es lo importante al final de nuestra vida. ¿Utilizamos nuestra vida para algo bueno y útil? ¿A cuánta gente ayudamos? ¿Hemos vivido una vida de la cual nos podamos sentir felices y realizados porque hemos aprovechado nuestros talentos al máximo?
Como dicen muchos de los grandes “gurús” de la motivación y el liderazgo (tan en auge hoy en día), tenemos que conseguir ser la mejor versión de nosotros mismos.
Para ello no se me ocurre mejor lugar por el que empezar que el Plan 3.000, conociendo a sus gentes, conviviendo con ellas, conociendo su verdad, explorando nuestro verdadero yo, en definitiva, haciendo que la calidad e intensidad de nuestras experiencias sean lo más auténticas posibles ya que solo así podremos conocer nuestra verdadera identidad.