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PREMIO PRINCIPE DE ASTURIAS DE LA CONCORDIA 1998

GRACIAS. Claudia López Martínez (San Juan de Alicante, España 2024)

Con esta palabra y sentimiento empiezo el siguiente informe. Desde que empezó el programa de Voluntariado Solidario Internacional de la Universidad de Alicante en 2023 he sido partícipe de dos experiencias inolvidables; la más reciente, en Bolivia, donde fui voluntaria en Hombres Nuevos durante un mes.

Una organización con 32 años de trayectoria, fundada en 1992 por el padre Nicolás Castellanos Franco y con sede en Santa Cruz de la Sierra, que tiene el objetivo de mejorar la calidad de vida de la población boliviana y reducir las fronteras de la pobreza. Todo ello conseguido a través de sus intervenciones englobadas en tres líneas de actuación. En primer lugar, la social, con el Comedor Santa María de Mattias  y el Centro de Día para Adultos Mayores en el Plan 3000. En segundo lugar, la cultural junto a la Orquesta Sinfónica Hombres Nuevos. Y, por último, la educativa, que es mi área de especialización. En este último sector, se puede afirmar que desde Comunidades se apoya a 18 unidades educativas en las que se ofrece un soporte pedagógico tanto al alumnado como a sus familiares. Una realidad que promueve la formación humana profesional. Como indica Castellanos en su libro Cartas desde las periferias (2022), “El cambio vendrá en la sociedad sólo por la educación” (p. 302).

Mi grado en Maestra en Educación Primaria, con especialidad en Pedagogía Terapéutica y mi doctorado me permitieron dar apoyo escolar en lectoescritura y matemáticas a dos centros educativos: por las mañanas al colegio Santa Claudina Thevenet C y, por las tardes, a la unidad educativa Padre Alfredo. Sin  embargo, un sentimiento de sorpresa me invadió al ver que los discentes solo asistían al día cuatro horas a las escuelas y el volumen de estudiantes era muy grande en comparación con el claustro de profesores. A tenor de lo expuesto, observé que era indispensable ayudar a los/las alumnos/as con necesidades, lo que me llevó a centrarme en aspectos como las sumas, restas, multiplicaciones y divisiones durante cada sesión. Las redacciones en forma de cartas, descripciones, trabalenguas y adivinanzas fueron el motor con el que trabajar la lectura y escritura de los cursos del último ciclo de primaria. Y es que tratándose de jóvenes que dentro de uno o dos años comenzarán secundaria, era evidente que se debía reforzar con todos ellos y ellas los contenidos en los que se tenía dificultades.

De lunes a jueves mi rutina consistía en ir al colegio y corregir los trabajos realizados en clase. Los viernes, en cambio, trabajaba en la Casa de los Alegres, donde nos alojábamos y me sentí muy querida. Ese día nos dedicábamos a limpiar las zonas comunes y a cocinar para el resto de voluntarios, lo cual nos permitía probar todo tipo de comida. Personalmente, esto me ha hecho crecer como persona y desarrollar unas habilidades culinarias que, sinceramente, pensaba que no tenía. Asimismo, vivíamos en una zona muy humilde, un barrio que enfrenta desafíos económicos. No obstante, era impresionante ver cómo las comunidades luchaban por mejorar su calidad de vida, ayudándose mutuamente y dando todo sin esperar nada a cambio. Esto me hizo valorar aún más los pequeños detalles y a reflexionar sobre el ritmo de vida que llevamos.

En cuanto a los fines de semana nos daban libertad para conocer el país, algo que valoro, ya que considero importante conocer tú alrededor para comprender mejor la cultura y costumbres que te rodean. En este sentido, entre otros destinos, tuve la suerte de estar en Samaipata, en el Salar de Uyuni, en Cochabamba, La Paz, Cotoca, Porongo, Bella Vista, el lago Titicaca y, como no, por supuesto, mi bella Santa Cruz. Cada salida, cada visita, cada lugar me ha dejado conocer y amar Bolivia. Toda mi experiencia la tenéis subida a mis redes sociales. Tanto en TikTok como en Instagram y YouTube, me podéis encontrar como “Claudia Lomar” y cualquier duda que tengáis, me la podéis plantear.

Ambos países me han hecho crecer como persona, descubrir nuevas realidades ajenas  a la  mía,  sentirme  una más, enriquecerme culturalmente, salir de mi zona de confort, sentirme útil y, además, establecer relaciones de amistad muy bonitas. Son muchas las ventajas de vivir algo así y somos muy afortunados de tenerlo a nuestro alcance en nuestra universidad. Yo lo tengo claro. Si me volviesen a preguntar si estoy dispuesta a irme de voluntaria a un destino internacional, diría una y mil veces: sí, quiero formar parte de esta familia, cooperar y dar lo mejor de mí. Me llevo a personas increíbles y dejo una puerta abierta para futuras aventuras. Agradecida una vez más.