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PREMIO PRINCIPE DE ASTURIAS DE LA CONCORDIA 1998

Mi labor y día a día en el Hogar Montero-Guabirá. Ana Isabel De Luis (Granada, España 2023)

Hombres Nuevos lleva desde 2014 desarrollando el proyecto Hogar Montero-Guabirá. Entre los meses de febrero y noviembre, es decir, todo lo que dura el curso escolar en Bolivia, acogen a adolescentes de entre 11 a 18 años de familias que viven de la recogida de zafra. Estos trabajadores suelen vivir muy lejos de los centros académicos y dada las intensas jornadas laborales apenas tienen tiempo para cuidar de los suyos. Es por ello por lo que en muchas ocasiones sus hijos suelen asumir roles que no les corresponden e incluso llegar a incorporarse al mundo laboral a muy temprana edad.

El Hogar Montero tiene como objetivo principal la restitución del derecho a la educación ofreciéndoles alojamiento, manutención y apoyo educativo de lunes a viernes. Asimismo, se preocupan por ofrecerles una alimentación equilibrada, controlar su situación socio sanitaria y mejorar su bienestar tanto con la construcción de una convivencia positiva como con la realización de diversas actividades lúdicas. Los fines de semana, por su parte, vuelven con sus familias para no romper el vínculo y tratar de aplicar todo lo aprendido en su contexto habitual.

Teniendo estos objetivos en mente, la labor de los voluntarios implicaba principalmente colaborar en la realización de las tareas de los adolescentes y reforzar aquellas materias que peor llevaban. Asimismo, creábamos talleres en función de las necesidades que observábamos. Específicamente, durante mis seis semanas de estancia impartimos los siguientes talleres: uso adecuado de móviles y redes sociales, igualdad de género, círculos de confianza, alimentación saludable, emociones y autorregulación, asertividad y comunicación positiva y técnicas de estudio. Sin embargo, no todo era estudiar y trabajar, en ocasiones especiales veíamos alguna serie o película, jugábamos con ellos en las canchas de que disponían o realizábamos salidas fuera de las instalaciones para que pudieran practicar deporte al aire libre, apoyábamos a los adolescentes en sus actividades extraescolares (p.ej. partidos de fútbol que tenían o festivales de bandas del colegio) o en las despedidas de los voluntarios del proyecto (p. ej. salida a un parque o comer fuera). Por último, pero no menos importante, los acompañábamos y convivíamos con ellos durante la mayor parte de su rutina teniéndonos como apoyo para cualquier problema que tuvieran.

Nuestro horario de trabajo habitual transcurría desde las 14:00 de la tarde hasta las 21:30 de la noche. Los usuarios del hogar normalmente se despertaban entre las 6:30-7:00 para asearse, desayunar y prepararse para el inicio de la jornada escolar que normalmente empezaba a las 8:00. Algunos iban caminando y quienes se lo podían permitir o llegaban tarde iban en “mototaxi”. Los y las voluntarias nos despertábamos no mucho más tarde de las 8:30 para desayunar y compartir rutina con las trabajadoras del Hogar. Durante la mañana solíamos aprovechar para preparar los talleres, ayudar en la preparación de la tierra para el nuevo proyecto del huerto, pasear por el pueblo y realizar las compras pertinentes.

Sobre las 12:30 empezaban a llegar de clase y no mucho más tarde almorzábamos. Después de comer, los usuarios solían descansar en sus habitaciones mientras nos preparábamos para iniciar nuestra jornada laboral. A las 14:00 comenzaba el apoyo educativo en el aula de estudio para los alumnos que no tuvieran clase por la tarde. Normalmente tan temprano solo estaban los de primero de secundaria, pero los miércoles estaban todos los y las alumnas. Allí, repasábamos con ellos tanto las materias que habían tenido durante el día, para ver las posibles tareas nuevas que tuviesen, como las materias del día siguiente para comprobar si tenían alguna tarea, proyecto o examen a la vista.

De 16:00 a 16:30 tenían el descanso para merendar, tramo horario en el que solían llegar los y las usuarias que tenían clases por la tarde. A las 16:30 volvíamos al aula a ayudarles a terminar las tareas pendientes, prepararlos para un futuro examen o reforzar ortografía. El aula de estudio permanecía abierta hasta las 19:00 pero quienes terminaban antes podían salir con nuestro permiso para asearse, lavar la ropa o descansar. A las 19:00 cenábamos mientras que a las 20:00 solíamos dar los talleres o realizar las actividades más lúdicas al aire libre o, en caso de lluvia o frío, ver alguna película o serie a nuestra elección. A las 21:30 nos encargábamos de llamarles a todos para acostarlos y oficialmente terminábamos nuestra labor.

Durante la primera mitad de mi estancia tuve la suerte de estar acompañado junto con otras personas voluntarias. Así que al final del día compartíamos las impresiones de cada una, nos dábamos feedback entre nosotros para poder seguir mejorando nuestra labor y nos apoyábamos entre nosotros cuando teníamos altibajos o nos surgían inseguridades. A partir de la cuarta semana tuve que hacer este trabajo de manera personal y preguntando abiertamente a las trabajadoras durante mis últimas tres semanas ya que en septiembre el número de voluntarios se redujo drásticamente y me quedé sola en mi proyecto de destino. No obstante, tuve la oportunidad de conocer en profundidad a las trabajadoras del Hogar y nos nutrimos de numerosas conversaciones y momentos de desahogo.