11/06/2013
El pabellón estaba “hecho una pocilga” como aclara Castellanos. Los cables colgaban del techo, los cristales de las ventanas rotos, el suelo tierra, las duchas sin agua caliente y un color vomitibo que hacia vivir a los enfermos en condiciones infrahumanas. Como una espina que se clavaba en el alma eran las imágenes que se sucedían en las retinas del monseñor en el pabellón PC5. El empeño de Nicolás se acrecentó cuando le contaron allí mismo, que un interno había fallecido por no disponer de 200 bolivianos (22 euros.) para una escolta que le llevase al hospital. De allí mismo, sin pensarlo, fruto de una injusticia que se palpaba en el ambiente, el Pte. de la Fundación aseguró que la situación iba a cambiar.
Junto con el arquitecto y Presidente del Proyecto, Alfredo Soliz, se evaluó las acciones a realizar, y se pusieron manos a la obre. Pintado, refracción, agua caliente….un sin fin de acciones para convertir lo que era una “pocilga” en un sitio “digno para la vida”.
Desde ese 7 de diciembre Castellanos no entendía como en Bolivia en pleno siglo XXI podía fallecer un preso por no tener 200 bs y como enferemos pulmonares tenía que ducharse con agua fría los 365 días del año.
Unos meses después el pasado 7 de junio (7 meses exactos después de la primera visita) Nicolás Castellanos volvía al pabellón PC5, de enfermos broncopulmonares de la cárcel de Palmasola. Esta vez la visita no marcó al Monseñor por las condiciones infrahumanas en las que se vivía, si no por la alegría de la inauguración de la misma, por cierto, 120000 bolivianos tuvieron la culpa (13000 euros).
En el acto todos se congratularon del arreglo realizado, sobre todo los cerca de 60 presos allí internados. El Padre Nicolás estuvo acompañado de 10 voluntarios de la fundación, del personal del pabellón, con William, representante de los “privados de libertad” y del Dr. Julio Valdivia. Además de otras autoridades penitenciarias. El acto sobrio pero emotivo sirvió para visitar unas instalaciones prácticamente nuevas y recibir el agradecimiento de los internos, que han visto como de ser personas, presos, enfermos de clase B, han pasado a ser personas reconocidas por los derechos humanos.
Una (segunda) tarde en Palmasola
Hombres Nuevos inaugura el arreglo integral del pabellón de enfermos tuberculosos de la cárcel de Palmasola Los que conocen a Nicolás Castellanos saben de su esfuerzo y dedicación cuando considera que una cosa es injusta, los que no le conocen lo intuyen. Hay capítulos que marcan a Castellanos, y uno de esos se produjo el 7 de diciembre de 2012, Castellanos, invitado por Richard Calvo (Voluntario Hombres Nuevos en la cárcel), visitó el pabellón de Enfermos Broncopulmonares de la cárcel de Palmasola, donde se encuenran los enfermos por tuberculosis, sida y alguno que otro con trastorno mental. De esa cita, Nicolás Castellanos salió consternado. La visita le marcó, reflejo todo en un articulo escrito horas después de su visita titulado “Una tarde en Palmasola” (tecleando el título en google se puede leer). Este articulo empezaba de la siguiente manera: “Acabo de salir de la cárcel, de Santa Cruz de la Sierra, que se llama Palmasola. Estoy roto por dentro por lo que allí contemplé”. Con esta frase lapidaria el Monseñor Castellanos muestra su pesar.El pabellón estaba “hecho una pocilga” como aclara Castellanos. Los cables colgaban del techo, los cristales de las ventanas rotos, el suelo tierra, las duchas sin agua caliente y un color vomitibo que hacia vivir a los enfermos en condiciones infrahumanas. Como una espina que se clavaba en el alma eran las imágenes que se sucedían en las retinas del monseñor en el pabellón PC5. El empeño de Nicolás se acrecentó cuando le contaron allí mismo, que un interno había fallecido por no disponer de 200 bolivianos (22 euros.) para una escolta que le llevase al hospital. De allí mismo, sin pensarlo, fruto de una injusticia que se palpaba en el ambiente, el Pte. de la Fundación aseguró que la situación iba a cambiar.
Junto con el arquitecto y Presidente del Proyecto, Alfredo Soliz, se evaluó las acciones a realizar, y se pusieron manos a la obre. Pintado, refracción, agua caliente….un sin fin de acciones para convertir lo que era una “pocilga” en un sitio “digno para la vida”.
Desde ese 7 de diciembre Castellanos no entendía como en Bolivia en pleno siglo XXI podía fallecer un preso por no tener 200 bs y como enferemos pulmonares tenía que ducharse con agua fría los 365 días del año.
Unos meses después el pasado 7 de junio (7 meses exactos después de la primera visita) Nicolás Castellanos volvía al pabellón PC5, de enfermos broncopulmonares de la cárcel de Palmasola. Esta vez la visita no marcó al Monseñor por las condiciones infrahumanas en las que se vivía, si no por la alegría de la inauguración de la misma, por cierto, 120000 bolivianos tuvieron la culpa (13000 euros).
En el acto todos se congratularon del arreglo realizado, sobre todo los cerca de 60 presos allí internados. El Padre Nicolás estuvo acompañado de 10 voluntarios de la fundación, del personal del pabellón, con William, representante de los “privados de libertad” y del Dr. Julio Valdivia. Además de otras autoridades penitenciarias. El acto sobrio pero emotivo sirvió para visitar unas instalaciones prácticamente nuevas y recibir el agradecimiento de los internos, que han visto como de ser personas, presos, enfermos de clase B, han pasado a ser personas reconocidas por los derechos humanos.